Cuando Bernardino y su madre parten de la ciudad hacia Santa Rita, no se imaginan lo que el destino les depara. Mientras Marcelina carga con la incertidumbre de lo que ocurrirá en el reencuentro con su familia, el niño carga con sus libros, una pelota, su libreta de quinto grado y unos zapatos nuevos. Todos ellos son tesoros de su vida en la ciudad, que está a punto de dejar.